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LA CANTAORA ISABEL GUERRERO Y EL TOCAOR ANTONIO J. HERRERA ASEGURAN EL FUTURO FLAMENCO MALAGUEÑO EN EL BURGO26 - Octubre - 2009


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La cita de anoche en La Peña La Serrana de El Burgo sirvió para confirmar la buena cantera de cantaores y guitarristas que ofrece la provincia. La fuengiroleña demostró su dominio sobre un amplio abanico de cantes y estuvo secundada de manera muy brillante por el toque de otro joven paisano costasoleño.



El circuito Nos vemos en tu peña deparó anoche una velada deliciosa y plena de esperanzas. La confirmación de que la nueva hornada de cantaores y guitarristas –también bailaores- malagueños nacidos en la década de los ochenta va a dar que hablar si continúan su aprendizaje natural y siguen recibiendo el apoyo y el calor de estas actividades.



Así las cosas, la oportunidad de confirmación de su progresión como artista, recayó en la figura de la fuengiroleña Isabel Guerrero que pese a su corta edad ya cuenta con importantes primeros premios como los conseguidos en Lo Ferro. Tiene buen mentor a su lado, Barquerito de Fuengirola, -Lámpara Minera de La Unión- que anoche la jaleó y disfrutó de lo lindo del cante bien dicho y sin estridencias.



Merece estar en el mismo orden de elogios la bajañí de Antonio Jesús Herrera, otro juvenil que toca como un consagrado veterano y asusta de tan temprana profesionalidad, oficio y brillantez en lo que ejecuta. Hijo ya de los noventa y producto de la factoria Cristina Heeren sevillana. Fuengirola bien orgullosa puede estar de tenerle a él y a Carlos Haro entre nuestros tocaores jóvenes más insignes.



Para abrir la noche, Guerrero se templó por peteneras sin complejos, luego pasó a interpretar la caña –demostrando ya de antemano la honda afición que adorna su repertorio- para acompasarse elegantemente por tangos de diferentes estilos y letras poco habituales. Terminó su primera parte con una serie corta de fandangos, que bien supo aplaudir el público que llenaba esta recóndita pero respetuosa y preciosa peña de la Serranía.



Fue haciendo un gesto al lugar donde actuaba, que abrió la segunda parte por serranas y tocó su momento más sublime de toda la noche por soleá, con ecos añejos y dolientes. En alegrías y las bulerías últimas dio muestras de que también tiene gracia y desperpajo en estos cantes e incluso pintó un amago de pataíta en la fría noche de El Burgo.



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